Dispuestos a vivir unos días de Semana Santa intensos, por la emoción de lo que de normal ya se vive estos días recordando cada momento de la Pasión del Señor, creo que ninguno nos imaginábamos que esa experiencia la íbamos a recibir multiplicada.
Fondón y Benecid, en la Alpujarra Almeriense, los pueblos a los que íbamos a dar algo de acompañamiento, nos sorprendieron por completo. Por un lado, sólo a simple vista, ya nos sorprendió una Almería que no es sólo desierto, …si no que tiene mucho verde, ríos y montañas! Ni tan siquiera el acento almeriense era tan marcado como nos imaginábamos.
La siguiente sorpresa fue que nos encontramos de cara con El Señor. Esto no es fácil que suceda, cuando te preparas para su encuentro, tras una meditación o un canto, no le ves aparecer por ningún lado, a pesar de estar esperándole. Sin embargo, El Señor nos esperaba con los brazos abiertos, con miradas sinceras, con besos y abrazos, con una hospitalidad absoluta y entregada a través de las gentes de estos pueblos: personas como nosotros, con las que compartimos una misma fe, que nos han enseñado muchísimas cosas, por mencionar algunas: que no importan las horas de carretera, con niños y todo, para volver a juntar a la familia y continuar las tradiciones del pueblo, que los niños siguen jugando en la calle, la gran devoción a la virgen de las Angustias, un gran amor al prójimo, desde la sencillez y humildad del que abre sus brazos y todo te da, sin pedirte nada ni preguntarte nada, sólo con la confianza de saber que la fe que nos une hace que todo lo demás no importe.
Así nos recibieron a los que simplemente íbamos a acompañar al Padre Oscar, que debía dar apoyo a estos dos pueblos durante la semana santa. Éste grupo de jóvenes, quería compartir una pascua más con él, a la vez que acompañarle en las celebraciones y animar los oficios con algunos cantos y preparación de lecturas. Cómo íbamos a imaginar que aquella aventura que, en parte surgía de un acto interesado, nos iba a sorprender de esa forma.
Agradecer de corazón el cariño que nos dieron esos días en estos bonitos pueblos de la Alpujarra Almeriense, y a Oscar por hacerlo posible.
Ana María Pérez Perrino (Madrid)