Tras la rotunda condena a la persecución a los homosexuales efectuada por el cardenal Fernández
El lunes 8 de abril no era el día de Fiducia supplicans, pero la denostada declaración doctrinal del pasado diciembre sobre las bendiciones pastorales ocupó también un significativo espacio en la presentación, ese día, de Dignitas infinita, donde su ‘padre intelectual’, el cardenal Víctor Manuel Fernández, no sólo reivindicó su propia dignidad pisoteada, sino la del colectivo homosexual que encendió la indignación contra aquel documento que, destacó, se ha convertido en uno de los más conocidos del magisterio pontificio reciente, con 7.000 millones de visitas en Internet.
Y es que Dignitas infinita entra de lleno en la cuestión de la homosexualidad para condenar cualquier «discriminación injusta» o «agresión y violencia», denunciando «como contrario a la dignidad humana» el hecho de que en algunos países haya quienes son detenidos, torturados, asesinados por su orientación sexual. «¡Estamos a favor de la despenalización! [de la homosexualidad] De eso no hay duda», subrayó ‘Tucho’ Fernández durante la presentación del nuevo documento de Doctrina de la Fe.
Nada nuevo, por otra parte, ya desde aquel inequívoco ‘quién soy yo para condenar a un gay’ que lanzó Francisco a su regreso de la JMJ de Río de Janeiro, pero que ha querido retomar específicamente el purpurado argentino denunciando la violencia institucionalizada –“como si no pasara nada”- contra los homosexuales en algunos (demasiados) países.