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Ramón Bogas Crespo /Director de comunicación del obispado de Almería
19/05/2022
A diferencia de Edith Piaf, que decía en su famosa canción que ella no se arrepentía de nada, mucha gente parece terminar su vida con un gran arrepentimiento. Así lo ha contado Bronnie Ware, experta en enfermos terminales, que acaba de compilar en un libro la lista de los cinco principales arrepentimientos que tienen las personas antes de morir.
El primero que señala es: “Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer, y no lo que los otros esperaban que hiciera”. Vivimos esclavos, en muchas ocasiones, del ojo ajeno, con miedo a hacer cosas por el qué dirán. Se nos pasa la vida, y al final, no contentamos a casi nadie (y menos a nosotros mismos).
Otro arrepentimiento frecuente es: “Ojalá no hubiese trabajado tanto”. Seguramente, no todo el mundo, pero si es cierto que muchos han trabajado tanto que han perdido la oportunidad para dedicar parte de su vida a cosas bonitas, a los suyos… Y, para colmo, no salieron de pobres (solo hicieron algo más ricos a sus hijos, a los que no atendieron por exceso de trabajo).
También era muy común arrepentirse de “no haber vuelto a tener contacto con viejos amigos”. Mucha gente decía que le hubiera gustado volver a ver a alguien del pasado para recordar momentos de su vida, pero no habían hecho el esfuerzo del reencuentro. Se va pasando el tiempo, y la pereza, las circunstancias de la vida o la timidez nos han impedido tener aquella conversación o juerga pendiente con aquel amigo/a del alma.
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