JURU GROWTH POINT, Zimbabue – Con el rostro y la camisa empapados de sudor, Proud Ndukulani, de 39 años, forcejeaba con un cuchillo casero, que mojaba en aceite ya usado, antes de girar el reluciente cuchillo sobre un neumático bastante duro y polvoriento obtenido de una carretilla elevadora.
Su ayudante estaba a su lado mientras él cortaba un poco de caucho duro del neumático gigante que yacía fuera de una sombra abierta techada con láminas de amianto ya envejecidas en Juru Growth Point, situado a 52 kilómetros al este de Harare, en el distrito de Goromonzi, en la provincia de Mashonaland.
A partir de estos trozos de caucho, Ndukulani, que opera su emprendimiento conocido como Sinyoro, dijo que fabricaba bujes (una de las partes sobre los que se montan las ruedas) para vehículos de todas las formas y tamaños, después de producir soportes de motor durante los últimos tres años.
Su actividad es una de las que se multiplican en Juru, muchas mediante emprendimientos informales, instalados en patios y lugares ganados a las calles y espacios comerciales.
En un popular club nocturno conocido como CNN, una modista de unos 80 años estaba muy ocupada con su máquina de coser. Una pila de ropa que estaba remendando estaba desparramada sobre su vieja mesa de madera, sobre la que también estaba colocada su vieja máquina de coser, de marca Singer, con clientes, jóvenes y viejos, arremolinados a su alrededor.
A pesar de que la confianza empresarial está bajo mínimos en las ciudades de Zimbabue, las actividades de los pequeños empresarios de zonas remotas prosperan, aunque se enfrentan a sus propios obstáculos en medio de la comatosa economía zimbabuense.
«Fabrico casquillos para la suspensión de vehículos y el montaje del motor. Llevo tres años en este negocio», dijo Ndukulani a IPS mientras se secaba el sudor de la cara con el dorso de la mano derecha.