Por Laura Llach • última actualización: 25/02/2020 – 10:09
Cuando uno recibe un diagnóstico mortal no se lo cree. Eso es justo lo que le pasó a Francisco Luzón, exdirectivo del Banco Santander, que necesitó mucho tiempo para asumir lo que le estaban diciendo. Un diagnóstico así produce miedo, frustración, tristeza. Un conjunto de emociones muy duras. Luego llegó el momento de resignarse y asumir lo que se le iba a venir encima.
A sus 72 años ya no habla. Ya no puede mover ni un solo músculo, solo el iris del ojo y así es como se comunica. Ya no puede respirar sin el ventilador que está conectado a su tráquea. Ya no está “de aquí para allá” como decía María José Arregui, su esposa, que es la voz de Francisco y la que nos cuenta el lento declinar que supone la Esclerosis Lateral Amiotrófica, más conocida como ELA.
Una grúa le transporta de la cama al sofá, pasa las horas ahí, el sofá se mueve de un lado a otro y, cuando llega el atardecer, el proceso se repite en sentido inverso. Un día tras otro.
Pero aún hay pequeñas cosas que hacen que Francisco Luzón siga siendo Paco. ¿Cuáles? Su sonrisa, literal y metafóricamente hablando. Y ahora la que sonríe al contarlo es María José.
“Felizmente puede sonreír. Lo hace y mantiene el brillo en sus ojos y la profundidad de su mirada. Y menos mal que sonríe y que sus ojos siguen vivos”.
Así, la escena, no es tan dura.
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