Impactante discurso del Papa defendiendo la «infalibilidad» del «santo pueblo de Dios»
Duro. Durísimo. El Papa Francisco, en castellano, se ha dirigido a la Asamblea del Sínodo, que esta tarde ha aprobado, con 336 votos a favor y 12 en contra, la Carta al Pueblo de Dios, y lo ha hecho para arremeter contra las «actitudes machistas y dictatoriales» de la jerarquía, y para defender «la infalibilidad» del santo pueblo de Dios, frente a interpretaciones clericalistas, dejando claro que «el clericalismo es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el rostro de la esposa del Señor; esclaviza al santo pueblo fiel de Dios».
Algunas frases del discurso papal son, simplemente, memorables. Rescatamos este párrafo:
«Cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales (basta recordar la intervención de la Hna. Liliana Franco). Es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la “lista de precios” de los servicios sacramentales al modo de supermercado. O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes)».
Y es que Francisco defiende a la Iglesia «como pueblo fiel de Dios, santo y pecador, pueblo convocado y llamado con la fuerza de las bienaventuranzas y de Mateo 25», y señala que Jesús, «para su Iglesia, no asumió ninguno de los esquemas políticos de su tiempo: ni fariseos, ni saduceos, ni esenios, ni zelotes. Ninguna “corporación cerrada”».
Así le gusta pensar la Iglesia al Papa: «Como este pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia del Señor». «Y digo pueblo fiel -se explicó- para no caer en los tantos enfoques y esquemas ideológicos con que es “reducida” la realidad del pueblo de Dios. Sencillamente pueblo fiel, o también, “santo pueblo fiel de Dios” en camino, santo y pecador. Y la Iglesia es ésta».
«Una de las características de este pueblo fiel es su infalibilidad; sí, es infalible in credendo. (In credendo falli nequit, dice LG 9) Infabilitas in credendo», recalcó Francisco. Y lo explicó de este modo: «Cuando quieras saber lo que cree la Santa Madre Iglesia, andá al Magisterio, porque él es encargado de enseñártelo, pero cuando quieras saber cómo cree la Iglesia, andá al pueblo fiel.»