Cada día, cada segundo, Europa y África ―las placas euroasiática y la africana en términos geológicos― se acercan en un proceso constante que da como resultado una aproximación de cuatro o cinco milímetros al año entre los continentes, según Jesús Galindo Zaldívar, profesor y catedrático de la Universidad de Granada. Ese movimiento continuo no tiene ningún efecto sísmico en la superficie, pero sí va acumulando energía en profundidad que, periódicamente, se libera a la superficie a través de terremotos. “En superficie, las fallas se mueven poco a poco y continuamente mientras que en profundidad el movimiento es discontinuo y, de cuando en cuando, se traduce en movimientos bruscos que son los terremotos que estamos viendo ahora”, explica.
Porque, además, cuando una placa se mueve, también se mueven las de alrededor. Y eso provoca una secuencia de varios terremotos seguidos. Es lo que se está viviendo en la ciudad de Granada y su periferia estos días. Un movimiento genera otro hasta, en este caso, superar más de 100 terremotos en 10 días. El de mayor de intensidad, de 4,4 grados en la escala de Richter, ocurrió el sábado pasado. Este martes por la mañana hubo al menos nueve, uno de ellos por encima de los tres grados. Esta noche pasada se han registrado dos terremotos más, ambos localizados en Santa Fe, de 4,3 y 3,9, según datos del Instituto Geográfico Nacional.
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