Tras un fuerte ascenso desde mediados de noviembre, la ola de contagios de covid-19 provocada por la variante ómicron muestra signos de haber superado su pico en África, que se alcanzó el pasado 10 de enero con 46.000 casos en un día, y mantiene una tendencia a la baja en la última semana. Si bien estas cifras hay que leerlas con precaución dada la escasa capacidad diagnóstica y que en dos regiones del continente, África occidental y el Magreb, lo peor no ha pasado, lo cierto es que los sistemas de salud están sufriendo una presión menor que con variantes precedentes como la delta. La inmunidad adquirida por la amplia circulación del virus en olas anteriores y por el aumento de la vacunación, aún discreto pero constante, están entre las posibles causas de este menor impacto.
El descenso en casos lo lidera, sin duda, Sudáfrica, donde se identificó la ómicron por primera vez en noviembre y la nación con mayor capacidad de hacer test de toda la región. Este país pasó de menos de 300 casos diarios en noviembre a un pico de 23.437 el 17 de diciembre, el peor registro desde que comenzó la pandemia, según Our world in data; a partir de ese día, la curva ha ido cayendo hasta llegar a los 6.036 contagios registrados el pasado 13 de enero. Sudáfrica marca el paso al continente, que pasó de 46.050 casos el 10 de enero a 38.268 el pasado viernes. “Los primeros indicios sugieren que la cuarta ola de África ha sido pronunciada y breve, pero no menos desestabilizadora”, aseguraba esta semana la doctora Matshidiso Moeti, directora regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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