Epifanía del Señor

Isaías 60, 1-6   —   Efesios 3,2-3a.5-6   —   Mateo 2,1-12

En Pamplona, mi ciudad natal, los niños son unos privilegiados. En esta época del año reciben regalos de «Papá Noel», de «Olentzero» (mítico carbonero que baja de las montañas con regalos, –o con carbón para los niños malos) y de los «Tres Reyes Magos» que llegan a la ciudad en la tarde del 5 de enero. ¿Qué harían los padres si el holandés «Santa Claus» o la «Befana» italiana decidieran también ellos visitar Pamplona? En España, la más antigua Cabalgata de los Reyes es la de Alcoy, en la región de Valencia. La mencionan documentos de 1866. En Pamplona, la cabalgata salió por primera vez el 5 de diciembre de 1927. Y se dice que un niño, tras haber reconocido a su tío que se había disfrazado de «Rey Gaspar», reaccionó: “¡Pero ése es mi tío! ¡Ya no creo en Dios!”.

En los ejercicios, San Ignacio nos invita a meditar las escenas de los evangelios utilizando nuestra imaginación para mejor entrar en comunión con Jesús, María, los apóstoles y los distintos personajes que allí aparecen. Así que pienso que imaginarme a los Reyes Magos trayendo regalos para los niños es un buen ejercicio de imaginación cristiana. Así como lo fue el de los artistas que ya en la Edad Media habían transformado los «Magos» del evangelio de Mateo en tres reyes de origen no puede ser más diverso: Melchor, europeo; Gaspar, árabe; y Baltasar, negro africano.

Nuestros niños, los artistas de la Edad Media, los encargados de organizar hoy las cabalgatas (en un barrio de Madrid han puesto a “Reinas” en lugar de “Reyes”), y el mismo San Ignacio se habrían sorprendido si les hubieran dicho que estaban llevando a cabo un “midrash hagadá”. Ese «midrash» era entre los judíos una especie de comentario a un texto, un evento o un personaje, en forma de relato imaginativo (mientas que el midrash «Halakha» tomaba la forma de un comentario más bien jurídico). El mismo Mateo, inspirado en textos como el de la primera lectura de este día (“Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora”) escribió el narrativo de los Magos venidos de Oriente para insistir sobre la universalidad de la salvación que había traído Jesús. Recordad que Mateo era judío. Él escribió su evangelio para una comunidad cristiana con una mayoría judía. Y en un momento en el que la comunidad cristiana parecía querer seguir siendo judía, abierta, por supuesto, a los paganos, con tal de que estos siguieran las costumbres judías. ¡Qué visión d futuro, qué valentía y que respeto hacia la obra de Jesús por parte de Mateo al escribir el episodio de los Reyes Magos de Oriente!

Confieso que mis sentimientos se entremezclan al acercarse la Epifanía. Festeja ésta desde sus orígenes, al igual que la Navidad y el domingo del Bautismo, la manifestación de Dios en Jesús (ese es el significado de la palabra «Epifanía»). Por mi parte, el 5 por la tarde estaré en la calle para la llegada de los Reyes Magos, junto a numerosos niños, sus ojos llenos de asombro, viendo lo pajes sobre sus caballos, los regalos encima de los camellos y los Reyes en sus carrozas. La alegría de estos niños será eminentemente cristiana, ¡un buen «midrash» sobre Jesús!

Tendré dudas, sin embargo, observando al rey Gaspar, con su tez verde oliva, y a Baltasar, el rey negro que viene de África. En mi ciudad natal le quieren mucho al rey Gaspar, pero mucho menos a los demás árabes que se encuentran en la ciudad, especialmente si son marroquíes. Baltasar es también muy popular entre los niños. Pero no puedo olvidar a las africanas que malviven en la prostitución, o a los senegaleses a los que, con un cierto aire de superioridad, compramos sus mercancías… Y me pregunto si no hemos pervertido ese hermoso «midrash» de los tres reyes de orígenes tan diversos, en el que, siguiendo a Mateo, celebrábamos el amor universal de Dios, sin que importaran la raza, el país de origen o la religión.

Ramón Echeverría, mafr